por Verónica Espinosa Juan
![](https://static.wixstatic.com/media/a27d24_055d6c1ac9e647439cee93b1800c9ac1~mv2.jpg/v1/fill/w_980,h_1469,al_c,q_85,usm_0.66_1.00_0.01,enc_auto/a27d24_055d6c1ac9e647439cee93b1800c9ac1~mv2.jpg)
Ocean Vuong es el autor de la novela En la Tierra somos fugazmente grandiosos (2019) y del poemario Cielo nocturno con heridas de fuego (2016), además de otras colecciones de poemas que aún no han sido traducidas al castellano como Burnings (2011), No (2013) y Time is a mother (2022). Su obra ha recibido importantes distinciones como la Kundiman Fellowship, el Premio T.S. Eliot, el Whiting Award y la Beca MacArthur.
Vuong nació en Ho Chi Minh, la ciudad más poblada de Vietnam, en el año 1988 y abandonó el país junto a su familia cuando tenía dos años. Antes de llegar a Estados Unidos, pasó un año en un campo de refugiados de Filipinas. Él y su familia se establecieron en Hartford, ciudad del estado de Connecticut. Es graduado en Literatura Inglesa por el College de Brooklyn y tiene estudios de posgrado en poesía por la Universidad de Nueva York.
“Sí, hubo una guerra. Sí, nosotros vinimos de su epicentro. En aquella guerra, una mujer se obsequió a sí misma con un nombre nuevo, Lan, y con aquel nombre nuevo se proclamó bella, y luego hizo que esa belleza crease algo que merecía la pena conservar. De ahí nació una hija y de esa hija un hijo. Todo este tiempo me decía a mí mismo que habíamos nacido de la guerra, pero estaba equivocado, mamá. Nacimos de la belleza. Que nadie nos confunda con el fruto de la violencia, violencia que, pese a haber pasado a través del fruto, no ha conseguido pudrirlo.”
Uno de los temas recurrentes en la obra del escritor es lo que supuso la guerra de Vietnam para su familia y cómo ese trauma ha ido pasando de generación en generación. Las guerras desestructuran familias y crean dinámicas de violencia entre sus miembros. En su novela, Vuong habla de su padre abusivo y cómo su madre pasa a utilizar esta violencia contra él cuando el padre abandona el hogar siendo él un niño. El relato autobiográfico de En la Tierra somos fugazmente grandiosos, en el que Vuong retrata su infancia y paso a la vida adulta, está mezclado con pasajes de recuerdos de su abuela viviendo en Vietnam durante la guerra y la infancia de su madre en este país. El autor muestra cómo, imaginar a su abuela con su madre en brazos intentando cruzar un checkpoint mientras los soldados le apuntan con sus pistolas, es también parte de su vida y de su historia familiar.
“Ha empezado a llover; la tierra en torno a los pies desnudos de la mujer está salpicada de comillas de un castaño rojizo: su cuerpo es algo con lo que habla. La camisa blanca se le pega a los hombros huesudos a causa del sudor. La hierba de alrededor está aplastada, como si Dios la hubiera apretado con la mano y reservado un espacio para un octavo día. Es un país hermoso, le han dicho, según quién seas.”
Además, el escritor habla sobre lo que supone ser un inmigrante de origen asiático en los Estados Unidos. La precariedad laboral de su madre, trabajando en un salón de belleza; la dificultad de su familia para hacerse entender con un acento extranjero; el racismo y acoso de sus compañeros de colegio creciendo en un estado mayoritariamente blanco… Son algunos de los aspectos que Vuong destaca en su novela. Asimismo, habla de la ruptura familiar que acontece cuando los miembros de la familia más mayores, en este caso su abuela y su madre, siguen pensando en vietnamita y añorando su tierra, mientras que él ha crecido en el nuevo país y piensa y siente en el nuevo idioma. El escritor consigue transmitirnos ese sentimiento de no pertenencia total a ninguna de las dos culturas, ni la originaria, ni la del país en el que ha crecido, una lucha interna por la definición de la identidad.
“Había colores, mamá. Sí, colores que yo sentía cuando estaba con él. No palabras, sino tonalidades, penumbras.”
Igual de importante es la descripción que hace el escritor de su propio camino personal descubriendo su sexualidad, en un lugar de Estados Unidos en el que ser homosexual era tabú, y en una familia que no sabía si le aceptaría. En la Tierra somos fugazmente grandiosos también es un relato precioso de lo que significa ser joven, dejar de ser un niño y enamorarse por primera vez, recorrer las calles conocidas de la ciudad que te ha visto crecer, tener un primer trabajo, y ser testigo de la huella que dejó la crisis de los opioides en la juventud estadounidense.
“Hay veces en que tu hijo se despierta a altas horas de la madrugada creyendo que tiene una bala alojada dentro de él. Siente que flota en el lado derecho del pecho, entre las costillas. «La bala siempre ha estado aquí», piensa el chico; es más vieja incluso que él mismo, y sus huesos, tendones y venas no hacen sino envolver el objeto metálico, sellándolo en su interior. «No era yo», piensa el chico, «quien estaba en el vientre de mi madre, sino esta bala, esta semilla que he hecho florecer».”
Para finalizar, es importante hacer referencia al estilo narrativo que tiene Ocean Vuong, porque es el elemento más destacable de su obra. Su poesía es personal, rompedora, visual, cruda, única… Y al leer su novela distinguimos claramente que ha sido escrita por un poeta. Su forma de expresarse es tan visual que al leerlo tenemos la sensación de estar viendo un carrusel de fotos en movimiento. Ocean Vuong consigue sumergirte de lleno en su narración y que veas y sientas todo lo que él está contando. No es una escritura fácil y es importante prestarle los cinco sentidos, sobre todo si no estamos acostumbrados a un lenguaje tan poético, pero es una experiencia lectora que merece mucho la pena si sabemos apreciar la estética de las palabras.